A menudo los niños me sorprenden con su capacidad de estar atentos a todo estimulo que reciben, no es raro oir decir a los adultos, que son como esponjas que absorben todo lo que ven y oyen. Mi hija de tan solo 4 años jugaba un día con sus muñecas mientras que veíamos un reportaje en la televisión por cable (porque lamentablemente la programación nacional es un asco hoy día) sobre el calentamiento global, dentro de los comentarios que el locutor hacia, refería al uso indiscriminado, irresponsable, a un elemento que es parte esencial de nuestra vida: el agua, menciono muchas formas de ahorrar. Mi niña que jugaba entretenida con sus muñecas abstraída supuestamente de todo, interrumpió de pronto nuestra atención cuando sentó en hilera a sus muñecas y las envió a lavarse las manos no sin antes advertirles con un tono bien serio que el agüita es para lavarse y no para jugar, porque cuando se bota se acaba y no habrá nunca mas y nos moriremos todos de sed… durante ese momento me quede pensando en como una niña de tan solo 4 años había comprendido tan bien el mensaje y como hasta el día de hoy permanece en su conciencia la simple acción de ir al baño y lavarse la manos sin botar demasiada agua en juegos.
Los adultos, nosotros, los llamados a tomar decisiones hemos perdido eso, la capacidad de oír, de escuchar, de asimilar, de relacionar y de imaginar… principalmente lo ultimo, el locutor no mencionó en ningún momento, como consecuencia a la sequía, ni falta de agua, pero ella pudo hacer la relación de perder agua, con “morir” de sed, donde perdimos semejante conciencia los adultos! Porque no aprovechamos eso que los niños tienen y porque no luchamos por conservar esa pequeña pero gran maravilla de sus cerebro llamada imaginación, porque reprimimos ese don tan preciado para la humanidad que hace que podamos ponernos en el lugar del otro, obviamos que ese simple acto nos lleva a respetar y valorar lo que tenemos. Los niños son el futuro llamado a tomar las decisiones, no dejemos que la sociedad, esta misma sociedad y suciedad que nosotros construimos con un mundo bombardeado de videojuegos, comida chatarra, computadores y encierros en uno u otra aula, apague ese don de la imaginación, pues a mi modo de percibir es la única esperanza, para que nuestro niños en un futuro no tan distante tomen la mejores decisiones. Decisiones que se tomaran no con las manos en los bolsillos, sino por el bien común de los habitantes de este planeta.
Claudia